La capital del graffiti

La capital del graffiti

Al llegar a São Paulo, mientras tomaba una cerveza en Vila Madalena asistí fascinado al proceso de creación de un graffiti. En la mesa de al lado, un tipo con un look que mezclaba lo hipster con el hiphop diseñaba en el cuaderno su siguiente obra mientras daba cuenta de una hamburguesa y varios chupitos de Jack Daniels. Entonces no era consciente de la importancia del graffiti en una ciudad que no se entendería sin ellos. Porque el graffiti está conquistando el mundo, y Sampa es su capital. 


Un poco de historia

En apenas tres décadas, el graffiti ha hecho un viaje de lo marginal al mainstream. Comenzó como protesta política en los muros de la dictadura brasileña a finales de los 70 y se fue extendiendo inspirado por lo que ocurría en las calles de Nueva York, hasta florecer con la llegada de la democracia. Se pasó de los mensajes en las paredes al desarrollo del dibujo, y terminó de eclosionar de la mano de la cultura hiphop de los años 90, llegando hasta nuestros días donde los graffiteiros se han convertido en estrellas del rock.

El mestizaje tan característico de Brasil impregna también el graffiti: es un arte caníbal, que importa y asimila las ideas de otras culturas, para reinterpretarlas a su manera. Así, se mezclan las influencias europea, africana e indígena para configurar un estilo propio que va extendiendo con los años su influencia por el mundo, recogiendo el testigo de NY como creador de tendencias. 

Por desgracia, en España este arte sigue incomprendido y condenado a lo efímero. Considerado de forma general como vandalismo, se ignora que puede llegar a ser también una bendición para muros y paredes, otorgándoles valor, revitalizando zonas completas y convirtiéndose en fuente de turismo (véase el Beco do Batman).   

La ciudad como lienzo infinito

Se podría decir que São Paulo tiene horror vacui. Los cuerpos se llenan de tatuajes y los cientos de miles de muros funcionan como medio de expresión para los jóvenes. De las torres de lujo a los predios feos y abandonados, en edificios públicos y edificios privados, nada se respeta y las paredes nunca duran demasiado tiempo limpias, aunque se les acabe de dar una mano de pintura.

Incluso es habitual que los mismos propietarios de edificios faciliten que sean pintados, o incluso contraten a artistas para así evitar las pixaçõesSin embargo, no se pintan los trenes: hay pocos y están muy vigilados. 

El graffiti se ha convertido en modo de expresión, parte de la cultura de rua de los chavales, que quieren imitar el estilo de vida de viajes y fiestas de los grafiteros más famosos. Muy pocos llegarán a conseguirlo, pero tiene una gran importancia socializadora: los chavales se juntan a pintar, especialmente los domingos, cuando hay menos gente y menos policía.

Sea de forma legal o clandestina, los autores continuan desafiando con sus mensajes, que respetan los graffitis anteriores, para integrar el propio sobre ellos, hasta que los servicios de limpieza los cubran de gris. Ya sean figurativos o abstractos, geométricos o psicodélicos, se ha generado todo una industria alrededor, con tiendas especializadas y hasta una publicación en kioskos llamada "Documento Graffiti".

 

 
 

Pixação, el reverso del graffiti

Pero no todo son dibujos y colores más o menos bonitos. La mayor parte de los edificios de São Paulo están cubiertos de una caligrafía extraña, inspirada en las runas medievales, que se conoce como pixacão.

Empezó siendo política y luego lo fue poética, pero desde hace años ha derivado en expresión de la periferia y las desigualdades, con un gran componente social de una cultura marginal que para la mayoría es simple vandalismo, endémico y agresivo, y que afecta incluso a los edificios más emblemáticos de la ciudad.

Los pixadores ni siquiera aspiran a crear arte, sino que buscan el reconocimiento de los suyos y alcanzar la fama, valorándose especialmente la audacia y el riesgo asumido al "pixar", siendo habitual que se jueguen la vida en sus acciones al descolgarse por ventanas o escalar rascacielos.

Normalmente se realiza en pequeños grupos y a rodillo, y se suele empezar siendo un niño y abandonar antes de los 30: los accidentes y las palizas de la policía están a la orden del día.

Las estrellas del graffiti

Algunos de los mejores graffiteros del mundo son brasileños. Aunque la lista es enorme, aquí los los nombres de algunos de los más destacados en el panorama paulistano: 

  • Los pioneros:
    • Vallauri fue el primero autor reconocido, llegando a pintar en los muros de NY. Murió de sida el 27 de marzo del 87, que desde entonces es estableció como el día nacional del graffiti. 
    • El Profeta Gentileza era un graffitero religioso, que utilizaba los muros y paredes para sermonear. A pesar de haber fallecido hace casi 20 años, sus obras son mantenidas cuidadosamente por la comunidad.
  • Hay multitud de autores con un estilo reconocible. Por destacar algunos, el carioca Marcelo Eco y su característico personaje de barbilla puntiaguda, el colorido Binho, o Rafael Highraff, centrado en las geometría y la psicodelia.
  • Las estrellas: Os gemeos y Kobra son auténticas celebridades. Con su estilo propio y característico, que sirve de inspiración (o directamente es copiado) por otros muchos artistas a lo largo y ancho del mundo, son llamados a exponer en galerías y contratados para pintar en los muros de medio mundo.


Enlaces útiles

La ciudad mantiene una relación de amor-odio con el graffiti, que se observa al encontrar que son recomendados en guías turísticas editadas por el propio municipio.

Otro mapa con los mejores graffitis es este.

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