La puerta de entrada al Machu Picchu

La puerta de entrada al Machu Picchu

Nadie visitaría Aguas Calientes por sus anticuadas piscinas termales. Tampoco por su mercado de artesanía. En realidad, hay poco que hacer en este pueblo, sin demasiado su encanto a pesar de estar encajado entre selva y montañas, siguiendo el cauce del río sagrado Urubamba.

Sin embargo, para llegar a Machu Picchu hay que pasar por allí. Es la única manera, salvo para aquellos que lo hacen por los 43 kilómetros del camino del Inca, y eso ha unido su destino al de las ruinas.

Se agradece que en ningún momento engañe al viajero, mostrándose como lo que es: un simple lugar de paso, lleno de hoteles, tiendas de artesanía y restaurantes, al que los turistas suelen llegar la tarde anterior para poder subir al alba a las ruinas, y abandonan la tarde siguiente, exhaustos.

Cómo llegar: no hay carretera. Solo por ferrocarril,  gestionado por las compañías IncaRail y PeruRail, que ofrecen viajes desde Cusco, aunque lo más recomendable (y barato) es viajar hasta Ollantaytambo, en el valle sagrado, y tomarlo desde allí, con distintos tipos, que van de lo básico al lujo de uno de los mejores trenes del mundo. Si se realiza el viaje durante el día, se disfrutará de un paisaje maravilloso, especialmente desde vagones panorámicos (truco: los asientos 1 y 2 están situados frente a ventanales desde los que disfrutar del recorrido).

 

 

 

 

 

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